The Spitfires y la crudeza de “I’ll Never”
El regreso británico que mezcla adicción, música y redención
Estamos en septiembre de 2025, en Londres, y la ciudad despierta con una noticia que suena tan intensa como la propia vida nocturna que palpita en Camden: The Spitfires acaban de lanzar “I’ll Never”, tercer adelanto de su próximo disco MKII, que llegará el 3 de octubre de la mano de Bellevue Music Recordings.
Lo primero que noto al escucharlo es un golpe directo al estómago. El tema no esconde nada: adicción, silencio, dolor encapsulado en alcohol y drogas, esa huida desesperada que nunca logra enterrar los problemas reales. Billy Sullivan, la voz y alma de la banda, lo dice claro: “Es la historia de alguien que anestesia su dolor con alcohol y drogas en lugar de hablar de lo que le ocurre”. No hay moralejas edulcoradas ni sermones, solo una confesión con la brutalidad de quien se mira al espejo y no sabe si reconocerse o romperlo a puñetazos.
“Los problemas reales nunca desaparecen”, repite Sullivan. Y uno no puede evitar pensar en esa generación de hombres que, por orgullo, miedo o simple inercia cultural, todavía calla más de lo que habla.
Cuando el órgano Hammond ruge como una confesión
“I’ll Never” no se contenta con sonar bonito. El órgano Hammond marca el groove como si fuera un latido pesado, casi enfermizo. La guitarra raspa, la batería avanza como una locomotora sin frenos, y el bajo construye un muro sobre el que Sullivan escupe cada palabra con rabia contenida. Todo esto acompañado de un videoclip dirigido por Lawrence Watson, el fotógrafo que sabe convertir la mugre urbana en poesía visual.
Aquí no hay artificios. La canción suena como una pelea entre el deseo de escapar y la imposibilidad de hacerlo. Es la banda en su estado más sincero, más brutal, más adulta. Y sí, es un regreso con cicatrices.
De la disolución al renacimiento
Hace apenas tres años, en 2022, The Spitfires anunciaban su disolución. Muchos pensaron que ahí terminaba la historia. Pero resulta que la pausa fue solo un reseteo. Sullivan reunió una nueva formación y volvió a girar, como si el tiempo muerto no hubiese existido. El pasado mayo llenaron el Koko de Camden, un concierto con entradas agotadas que olía a revancha y a reencuentro.

Ahora, con MKII, no solo recuperan a los fieles: los consolidan. Giras por Alemania, tres noches seguidas en Johnny’s Bar en Watford a partir del 19 de septiembre, y un concierto especial en el 229 de Londres. Todo indica que la banda no regresa: renace.
Un álbum que viaja en tren por Europa
MKII está compuesto por once canciones que se mueven entre el ska, el reggae, el punk y el indie británico. No es casualidad: Sullivan lo concibió como un recorrido, un mapa emocional con paradas en Leeds, Manchester y Chelmsford, donde se grabó. Pero el viaje no es solo musical, también visual.
El arte del disco lo firma Graham Murdoch, alias Bubble & Squeak, inspirado en Barney Bubbles, aquel genio gráfico detrás de portadas de Elvis Costello y Billy Bragg. Y para rematar, Sullivan incluyó fotografías suyas tomadas en Berlín, hasta el punto de colar el patrón de los asientos del metro de la ciudad. “Probablemente no habría conocido ni una cuarta parte de los lugares que he visitado si no fuera por la banda”, dice. Y uno casi lo imagina sacando la cámara entre cervezas y retrasos de tren.
“Ese tipo de viajes solo suceden gracias a la música… o tal vez siguiendo a un equipo de fútbol”, remata Sullivan con media sonrisa.
Vinilos de colores, urgencia en las manos
El álbum no solo se escucha: se colecciona. Estará disponible en CD, digital y vinilo de 12” en tres colores —rojo, azul y amarillo— con solo 200 copias firmadas por cada miembro en cada edición. El detalle parece menor, pero no lo es: poner las manos sobre un vinilo firmado por The Spitfires es como sostener un trozo de ese renacer.
Porque este regreso no es un simulacro, ni un “vamos a probar suerte otra vez”. Es un regreso con la sangre aún fresca, con las cicatrices a la vista, con una madurez que no maquilla nada.
“I’ll Never”: el espejo que nadie quiere mirar
La canción funciona porque habla de lo que muchos prefieren callar. Esa soledad que se esconde detrás de un vaso, esa incapacidad de verbalizar el dolor hasta que explota. Sullivan lo deja claro: no pretende dar lecciones, probablemente él mismo no esté tan lejos de esa historia. Y esa sinceridad, más que cualquier riff, es lo que convierte a “I’ll Never” en un golpe tan certero.
“La música solo duele de verdad cuando dice lo que no quieres oír”
Johnny Zuri:
“The Spitfires no regresan para complacer, regresan para incomodar. Y ahí está su fuerza”
El trasfondo social de una banda sin miedo
Desde sus inicios, The Spitfires no han escondido su vínculo con lo social. Sus letras hablan de calles, trabajos precarios, bares, trenes, frustraciones. No es un panfleto, es más bien una fotografía cruda de la vida cotidiana británica. MKII no será la excepción.
Canciones como “Better The Devil You Know” y “Where Did We Go Wrong?” ya anticiparon este tono, mostrando un grupo que no ha perdido ni el pulso ni la urgencia.
El regreso con nombre de futuro
Llamar al disco MKII no es casual. Es una forma de reconocer que esta es la segunda vida de The Spitfires. No un simple “volvemos”, sino un “volvemos distintos, y quizá más peligrosos”. Como esos coches clásicos que, tras pasar por el taller, rugen con un motor más potente que nunca.
Sullivan lo resume en una frase que parece escrita para tatuarse en la piel: “No se trata de un simple regreso, sino de un renacimiento con más urgencia, madurez y determinación que nunca”.
“El dolor se esconde, pero la música lo desnuda”
Y ahora la pregunta queda en el aire: ¿qué será de The Spitfires después de MKII? ¿Será este el inicio de una etapa larga o una llamarada intensa que vuelva a apagarse? Nadie lo sabe. Pero lo que está claro es que, hoy, septiembre de 2025, en Londres, hay una canción llamada “I’ll Never” que suena como la confesión que muchos no se atreven a hacer.
¿Y acaso no es esa la función más brutal y más honesta de la música?