¿Está THE WHEEL girando el futuro del ELECTRONICORE? THE WHEEL de I See Stars despierta al género olvidado
Estamos en el verano de 2025 en Estados Unidos, y THE WHEEL gira como un artefacto sonoro salido de otro tiempo, pero diseñado para el mañana. I See Stars, ese nombre que alguna vez retumbó en los altavoces de adolescentes sudorosos con flequillos planchados y pulseras fluorescentes, vuelve con un disco que es tanto regreso como declaración de guerra: al silencio, a la nostalgia, a la idea de que ya todo estaba dicho. Y lo hace en un momento en el que el electronicore, ese género que durante años fue maldito y glorioso a partes iguales, resucita como un fénix digital reprogramado para la era de la inteligencia artificial.
“THE WHEEL” no solo es un álbum, es un oráculo del caos electrónico, metalero y emocional.
Hace tiempo que la banda no se dejaba oír. Ocho años de pausa, de silencios ruidosos, de cambios internos, de pérdidas que no salen en las notas de prensa. La última vez que los escuchamos con material fresco fue en aquel “Treehouse” de 2016, un disco de transición tras la salida de miembros fundacionales y la necesidad de reencontrarse en medio del ruido.
Origen: I See Stars Announce First New Album In Nine Years ‘The Wheel’
Pero ahora están de vuelta. Y no como unos cualquiera. Vuelven con un método de composición que suena más a experimento místico que a proceso musical: una rueda, un sitio web, una metáfora del destino girando como un trompo cibernético donde cada canción es lanzada al azar, confiando en que el universo, o algo parecido, ordene lo que el hombre no puede. ¿Resultado? Una narrativa musical desordenada y perfecta, como la vida misma.
Una producción entre titanes de ayer y de mañana
Si algo define a “THE WHEEL”, más allá de sus sintetizadores rabiosos y riffs llenos de efectos glitch, es la alquimia que se da entre dos generaciones de productores. Por un lado, David Bendeth, el veterano de mil batallas que ha puesto su sello en álbumes que definieron épocas, como Riot! de Paramore o Sempiternal de Bring Me The Horizon. Por el otro, Zakk Cervini, el muchacho inquieto que mezcla en AirPods y destruye mitos desde su laptop. Uno representa la tradición, el otro, la herejía digital. Juntos, hacen sonar a I See Stars como una banda del 2030 atrapada en cuerpos del 2006.
“Bendeth pone las raíces, Cervini la locura. El resultado es una bomba retro-futurista.”
La colaboración entre ambos simboliza algo más que técnica: es el encuentro de dos mundos. Bendeth ha pasado de la cinta analógica al plugin con IA; Cervini ni siquiera recuerda cómo se graba sin un espectrograma de referencia. Y sin embargo, en este disco no hay conflicto. Solo fusión. Como si el pasado y el futuro hubieran decidido, por fin, hacer las paces.
El electronicore no ha muerto, solo estaba en hibernación
Ah, el electronicore. Ese género tan amado como ridiculizado. A mediados de los 2000, bandas como Attack Attack!, Enter Shikari e I See Stars lo convirtieron en una promesa ruidosa de futuro. Metalcore con sintetizadores, breakdowns con autotune, conciertos donde el pogo se interrumpía para bailar dubstep. Un Frankenstein musical que nació para molestar a los puristas. Pero como todo lo que nace demasiado pronto, se apagó. No murió. Solo esperó su momento.
Ese momento, al parecer, es ahora. Porque mientras las discográficas tradicionales apostaban por clones de clones, Sumerian Records decidió mantener viva la llama. En 2024 su catálogo es un zoológico de rarezas sonoras: Poppy, Bad Omens, Within Destruction, Palaye Royale… Y, por supuesto, el regreso estelar de I See Stars.
Hay algo profundamente simbólico en esta resurrección. En medio de un mundo que busca desesperadamente sonidos nuevos y emociones sinceras, el electronicore ofrece lo que pocos géneros pueden: catarsis emocional con distorsión digital. Gritar y bailar al mismo tiempo. Caos con ritmo. Y “The Wheel” lo entiende a la perfección.
El algoritmo también compone
Vivimos una era donde la inteligencia artificial puede generar una canción en segundos. Entre 2020 y 2024, el uso de plugins con IA aumentó un 333%, cambiando no solo cómo se hace la música, sino quién la hace. Lo fascinante de “The Wheel” es que abraza esa tecnología sin perder el alma.
Desde la mezcla pensada para AirPods hasta las referencias visuales y conceptuales que podrían haber salido de un foro de Reddit sobre ciberesoterismo, todo en este disco grita “futuro”. Pero un futuro con sabor a Game Boy y fluorescencia. Como un videoclip de VHS en 4K.
La participación de la IA no reemplaza a los músicos. Los potencia. Les da herramientas, sí, pero también los obliga a pensar diferente. I See Stars no suena mecánico. Suena afilado. Como una banda que ha entendido que el software no es enemigo, sino instrumento.
Palaye Royale y el cameo glam
Si hay una colaboración que define la ambición estética de “The Wheel”, es “Lost It”, donde aparece Palaye Royale, esos dandy-robots glamorosos que parecen salidos de una pasarela cyberpunk en Tokio. Su teatralidad contrasta con la crudeza técnica de I See Stars, y por eso funciona. Porque el futuro, como la buena música, necesita fricción.
No es una colaboración pensada solo para ganar streams. Es una declaración estética. Un homenaje al exceso, al artificio, al espectáculo. Y si el electronicore necesita algo para reconectar con las nuevas generaciones, es justamente eso: espectáculo. En el mejor sentido de la palabra.
“Lost It” no es una canción. Es un duelo entre el barroco glam y la precisión digital.”
Las plataformas dictan el beat
Hablemos claro: TikTok ya no es solo una app de videos. Es una fábrica de tendencias musicales. Las canciones que no funcionan en 15 segundos, mueren. Y eso obliga a los artistas a repensar estructuras, dinámicas, hooks. I See Stars ha entendido la lección. “The Wheel” está lleno de momentos diseñados para viralizarse sin perder complejidad.
Las canciones no se simplifican, se concentran. Cada riff, cada drop, cada scream tiene un propósito. Hay conciencia de que el oyente promedio vive con el pulgar en el scroll y los auriculares puestos. Adaptarse no es traicionarse. Es sobrevivir con estilo.
Cuando el mañana es un sample del pasado
Lo que más emociona de “The Wheel” no es su novedad. Es su nostalgia transformada. Es la forma en que retoma elementos del electronicore clásico y los presenta con una producción que haría llorar de envidia a Skrillex. Es el loop eterno entre lo viejo y lo nuevo. Como mirar al futuro con gafas del pasado.
La estética visual del álbum, los videoclips, la merch… todo está pensado para ese punto exacto donde lo retro se vuelve futurista. Donde lo cursi se vuelve culto. Donde lo exagerado se vuelve arte. En tiempos donde la autenticidad se mide en likes, esta banda ha decidido que su verdad está en el ruido.
¿Qué viene después?
Con el regreso de I See Stars y el giro certero de “The Wheel”, el electronicore ya no es un recuerdo. Es una posibilidad. Una promesa. Un glitch en el sistema que se niega a desaparecer. Sumerian Records seguirá apostando por estos híbridos imposibles, y todo indica que la experimentación apenas comienza.
Pero la pregunta queda: ¿seguirá girando la rueda o nos volveremos a dormir en los laureles del algoritmo? ¿Será este el inicio de una nueva era musical o solo un destello hermoso antes del apagón?
En cualquier caso, mientras las luces parpadean y los sintetizadores rugen, I See Stars ya ha dejado su mensaje. Y su ruido. Uno que, curiosamente, suena más humano que nunca.