El funk futurista de Philip Lassiter tiene alma, sudor y metralla vintage

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¿Way of the Universe es el nuevo sermón funk del universo? El funk futurista de Philip Lassiter tiene alma, sudor y metralla vintage

«Way of the Universe» suena como si James Brown, Stevie Wonder y Sun Ra hubieran decidido grabar un disco en Marte. 🎺✨

La primera vez que escuché Way of the Universe, no supe si estaba en una iglesia bautista del sur profundo o en un club de jazz en la estratósfera. Lo cierto es que esta pieza de Philip Lassiter no se puede explicar sin dejarse llevar un poco por la alucinación. Way of the Universe es una obra que no pide permiso para entrar: irrumpe, te levanta de la silla, te pone a sudar con sus vientos afilados y luego te acaricia con coros celestiales que parecen descendidos directamente del Monte Sinaí del groove. Pero también es una declaración de principios, una carta astral musical que traza los caminos de un artista que ha sabido convertir sus raíces en un mapa para el futuro.

De un piano de iglesia en Alabama al funk cósmico de Ámsterdam

Hay trayectorias que no se escriben en línea recta, sino en espiral. Y la de Philip Lassiter es una espiral de esas que marean, que hipnotizan, que te arrastran con fuerza centrífuga desde Mobile, Alabama, hasta los Países Bajos, pasando por los sótanos de St. Louis, las aulas de Florida y los altares del gospel texano. Todo eso está contenido en este tema: el sudor del sur, el fuego del jazz, la elegancia funky y una pizca de esa mística europea que le ha regalado una nueva perspectiva sonora.

Lassiter no es un cualquiera con trompeta. Es un alquimista del viento. Un tipo que pasó de tocar en iglesias a dirigir la sección de metales de Prince. ¿Quién puede decir eso sin temblar? Once Grammys después, ha demostrado que su oído no es solo exquisito, sino también temerario. Porque se atreve a mezclar lo que otros no se atreven ni a imaginar.

“El funk no está muerto, solo estaba escondido en Ámsterdam”

Funk, gospel, jazz y una bomba atómica llamada Hammond

No sé si crees en los milagros, pero escuchar un Hammond bien tocado puede ser uno. En Way of the Universe, Lassiter no se conforma con componer y arreglar. Se sienta al órgano como quien se sienta al trono, y desde ahí lanza misiles sónicos recubiertos de terciopelo. Cada nota tiene alma. Cada cambio armónico parece orquestado por una legión de ángeles con gafas de sol.

Pero también hay carne, sudor y madera en esta producción. Porque la sección rítmica, comandada por Niek De Bruijn y Glenn Gaddum, no da tregua. Es como si los 70 no hubieran terminado nunca. La batería de Willie B Barthel en la intro y el interludio añade esa pequeña inestabilidad deliciosa que convierte lo predecible en inesperado. Aquí no hay loops fríos ni bases recicladas: hay músculo, hay cuerpo.

La guitarra de Michael «Nomad» Ripoll aparece como un relámpago que corta la niebla. Este tipo ha trabajado con Stevie Wonder y Sting, y se nota. Pero también están Richie Reichgelt y Jessy Hay, tejedoras de atmósferas que saben cuándo llenar y cuándo callar. En un mundo lleno de guitarristas ruidosos, estos saben hacer silencio con estilo.

De los sintetizadores al infinito (y de vuelta)

No es solo un tema con aire vintage. También hay una promesa de futuro metida entre los compases. Los sintetizadores de Jordy Kalfsvel y Timothy Banchet funcionan como portales interdimensionales: conectan el soul más añejo con una sensibilidad sonora muy actual. Si el Hammond es el corazón, los sintes son el sistema nervioso: sutiles, eléctricos, siempre latiendo por debajo de la superficie.

Este diálogo entre lo analógico y lo digital, lo antiguo y lo emergente, no es casualidad. Es una estética pensada, una arquitectura sonora con planos dibujados en manuscritos de otras décadas, pero construida con herramientas de este siglo.

“Philip Lassiter no compone canciones, diseña constelaciones sonoras”

Vientos como cuchillas, coros como plegarias

En este tema, los metales no son decoración: son el esqueleto. La firma de Lassiter. Su sello de fábrica. La sección de vientos formada por Dave Vreuls, Álvaro Jimenez, Martín Díaz, Efe Erdem y Marc Mangin podría ser perfectamente la artillería pesada de una big band del apocalipsis. Saben cuándo cortar, cuándo empujar y cuándo dejar que la melodía respire.

Pero también hay dulzura. Y aquí entran las voces. Lassiter, en un movimiento inesperado, decide ser también la voz principal. Y lo hace bien. No con virtuosismo exagerado, sino con una autenticidad que se agradece. A su lado, Roza Lozica, Josephine Marie y Kris Rietveld construyen una armonía vocal que recuerda al góspel clásico, pero sin volverse museo. Es una misa laica, un canto cósmico, un llamado a las almas dispersas del groove.

Bullet Sound Studios y la artesanía del audio

Nada de esto tendría sentido si no estuviera perfectamente envasado. Y para eso están los artesanos del sonido. Bullet Sound Studios, con su aire de leyenda analógica, aporta ese toque casi místico que solo los lugares con historia pueden ofrecer. Aquí han grabado desde Prince hasta Sepultura. No hay un estilo dominante, pero sí un respeto absoluto por la música bien hecha.

Han Nuijten en la grabación, Hendrick Valera en la mezcla y David Donnelly en la masterización completan el círculo mágico. Valera, venezolano con ojo quirúrgico, y Donnelly, un verdadero Jedi de la compresión, logran algo poco común: que cada instrumento respire sin pisar al otro. En los tiempos del volumen por encima del alma, esto es casi un acto de rebeldía.

Una constelación que sigue creciendo

Este tema no nace de la nada. Es parte de una galaxia en expansión. Lassiter viene trabajando esta estética desde hace años, con discos como Philthy, DreamZzz, Chill Mode, Party Crashers o Live in Love. En todos ellos hay una constante: el amor por lo clásico, el respeto por la ejecución impecable y la voluntad de traer el funk a este siglo sin convertirlo en caricatura.

«Way of the Universe» comparte ADN con piezas anteriores como No Sleep o Party Crashers, pero también muestra una madurez distinta. Una especie de calma poderosa, como si Lassiter ya no necesitara demostrar nada. Solo disfrutar del viaje. Y llevarnos con él.

¿El funk ha muerto? No. Está más vivo que nunca. Y suena así.

En un panorama musical saturado de algoritmos y fórmulas, una pieza como esta se siente como una anomalía preciosa. No pretende agradar a todos, pero conecta con cualquiera que haya sentido alguna vez cómo una trompeta puede hablarle directamente al pecho.

Este no es solo un tema para escuchar. Es un tema para habitar. Para dejarse llevar. Para cerrar los ojos y preguntarse: ¿y si el universo no fuera silencio, sino un groove eterno?

«Way of the Universe no es una canción. Es un planeta entero con su propia gravedad.»

“Menos es más”, dijo Lassiter. Pero a veces, más es justo lo que necesitamos.

¿Y tú? ¿Estás listo para dejar que el universo suene a través de ti?


“La música es el arte de pensar con sonidos.” (Jules Combarieu)

“Donde palabras fallan, la música habla.” (Hans Christian Andersen)

Way of the Universe es funk con alma y visión futurista
La firma de Philip Lassiter combina vientos clásicos con producción contemporánea
Desde Alabama hasta Ámsterdam, el groove no conoce fronteras ni épocas

¿Será este el nuevo lenguaje universal? ¿El verdadero camino del universo se escribe en clave de soul, funk y jazz? Solo hay una forma de saberlo: escucha.

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JOHNNY ZURI

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