¿Qué pasa en PIRINEOS SUR que nadie quiere perderse? El festival más mágico del verano flota en el corazón del Pirineo
Pirineos Sur no es un festival. Es un delirio acuático bajo las estrellas, un escenario flotante que desafía la lógica y se ancla en la nostalgia de un pueblo resucitado. Es uno de esos lugares donde la música no suena: te atraviesa.
Hace años, casi por casualidad, caí en el valle de Tena con una mochila, unos prismáticos y poco dinero. Dormí en una tienda de campaña entre abetos, bebí vino en botas compartidas y escuché a un músico que no supe si era gitano, brasileño o cósmico. Era la primera vez que veía un escenario flotar. Desde entonces, cada mes de julio, una fuerza invisible me arrastra de nuevo hasta Pirineos Sur, ese rincón entre las montañas donde el tiempo se diluye y todo parece posible.
Origen: Pirineos Sur | 10 – 27 julio 2025 | Huesca
«Una guitarra suena diferente si flota sobre el agua»
La palabra clave aquí no es festival, ni siquiera música. Es Pirineos Sur. Porque este evento va más allá del cartel. Aunque sí, este año el cartel da vértigo: Manu Chao, Nathy Peluso, Ben Harper, Natalia Lafourcade, Viva Suecia, Residente, Amaia… y otros nombres que están destinados a ser grandes. Juanjo Bona, Camila Guevara, Elena Rose… nombres nuevos, sonidos limpios, energía cruda.
Pero no son solo nombres. Es el contexto. El pantano de Lanuza. Las montañas que se recortan contra el atardecer. La Peña Foratata que custodia los conciertos como un dios antiguo. El anfiteatro natural con capacidad para 4.500 personas donde puedes bailar con los pies descalzos o cenar mientras cae el sol y se encienden las primeras luces. A veces, los músicos se tiran al agua al acabar. Y tú también puedes hacerlo. Sí, puedes ver a Julieta Venegas mientras flotas.
«Pirineos Sur es como Woodstock, pero con ibones y buena comida»
La ubicación lo cambia todo. No estás en una explanada polvorienta ni en una ciudad que intenta parecer rural. Estás en el verdadero Pirineo. Un entorno de belleza salvaje y hospitalaria. Allí donde nacen los ríos y los glaciares aún respiran bajo las piedras. Cerca de Sallent de Gállego, de Panticosa, del salto de agua que ruge como un animal viejo. Puedes caminar hasta El Pacino o colgarte de la tirolina de Hoz de Jaca. Puedes remar, bañarte, pedalear, o perderte entre los sarrios del Parque Faunístico de Piedrafita.
Aquí no se viene solo a escuchar música. Se viene a vivir. A mezclar sensaciones. A dormir poco. A enamorarse. A llorar con un concierto de madrugada. A recordar por qué lo que no se compra, vale más.
El espíritu de un pueblo que se negó a desaparecer
Lanuza no es solo un decorado bonito. Tiene historia. De esas que merecen ser contadas en fogatas. Fue desalojado en los 70, ahogado por un embalse. Sus habitantes se resistieron. Literalmente lo reconstruyeron piedra a piedra a partir de los años 90. Y justo entonces nació Pirineos Sur. Como una forma de gritar al mundo que la belleza no se entierra tan fácilmente. Hoy, ese pueblo fantasma es un icono de renacimiento y amor por la tierra.
Cada vez que subes por la carretera serpenteante y ves aparecer el escenario sobre el agua, entiendes que algo diferente está por comenzar. Un puente entre culturas, generaciones y sonidos. Porque desde 1992 han pasado por allí leyendas como Paco de Lucía, Buena Vista Social Club, Salif Keita, Youssou N’dour, Rubén Blades, Franco Battiato… y tantos otros que parecen salidos de un vinilo de culto.
Aquí nadie se siente forastero
Pirineos Sur no te exige nada. No necesitas ser moderno, ni saberte las canciones. No necesitas ni peinarte. Puedes venir con tu abuela, tus hijos, tu perro (aunque lo del perro consúltalo, que hay normas), o contigo mismo. Hay espacio para todos. Es uno de esos festivales que no aplastan, no asfixian. Puedes comer sin hacer cola. Puedes ver el concierto sin empujones. Puedes quedarte todo el día en el recinto sin aburrirte, porque siempre está ocurriendo algo.
Y si te entra hambre de verdad, hay un restaurante con vistas al escenario donde puedes comer como un rey mientras Manu Chao rasguea los primeros acordes del atardecer. Sí, lo he hecho. Y sí, lloré un poco. De emoción y de vino tinto.
Lo retro también flota
Puede que su escenario sea una estructura moderna —de 25 metros por 8, sostenida por bidones—, pero su esencia es vintage. Un festival con más de tres décadas que ha sabido mantenerse fiel a su espíritu sin convertirse en un parque temático de postureo. Aquí no hay influencers fingiendo alegría. Hay abuelos bailando cumbia. Niños corriendo entre conciertos. Parejas que se conocieron en un bolo de 2001 y ahora vienen con sus hijos.
Y por eso, por esa autenticidad sin pretensiones, es uno de los festivales más fotografiados del verano. Pero no por obligación, sino porque cada rincón es una postal viva: el reflejo de la Peña Foratata al atardecer, las luces del escenario sobre el agua, los chapuzones espontáneos, las guitarras mojadas, los besos robados en la grada…
«No sabes lo que es la música hasta que la ves bailar en un pantano»
La programación es una montaña rusa emocional
Este año, el festival se reparte en tres fines de semana, cada uno con su carácter, como si el cartel tuviera alma propia. Desde los corridos mexicanos de Los Tigres del Norte al soul de Michael Kiwanuka. Desde la calidez nostálgica de Natalia Lafourcade al huracán eléctrico de Nathy Peluso. Desde la profundidad lírica de Residente al romanticismo rebelde de Julieta Venegas. Y en medio de todo eso, el arte de descubrir. Porque sí, verás a grandes, pero también conocerás a futuros ídolos antes de que Spotify los arruine con algoritmos.
«En Pirineos Sur no eliges qué escuchar. Te eliges a ti mismo»
El viaje empieza antes de llegar
Este año, el acceso también será parte de la experiencia. El festival propone caminos verdes: llegar a pie, en bici o en autobús lanzadera. Si vienes con camper o autocaravana, hay zonas delimitadas en Formigal. ¿Demasiado civilizado para ti? Siempre puedes aparcar lejos, cargar con tu mochila y cruzar el valle como si fueras un trovador. Todo suma.
“Donde hay música, no puede haber cosas malas” (Miguel de Cervantes)
¿Todavía dudas? Quizá te falte una excusa. O una canción. O una historia.
Las entradas ya están disponibles en la web oficial del festival, y no es por presión, pero este tipo de experiencias no suelen repetirse dos veces iguales. El agua no fluye dos veces por el mismo río, dicen. Y lo que hoy es un concierto bajo las estrellas, mañana será un recuerdo que se activa con un acorde o una imagen que guardaste en el móvil sin filtro.
¿Vendrás a mojarte los pies en Pirineos Sur 2025? ¿O vas a quedarte otra vez seco de emociones?