¿Es este el disco más visceral de FITO Y FITIPALDIS?

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¿Es este el disco más visceral de FITO Y FITIPALDIS? El monte de los aullidos ya ruge en el rock español

El monte de los aullidos no es solo el título del nuevo disco de Fito y Fitipaldis. Es una advertencia. Un eco que sale desde dentro de un bosque en llamas, como si las canciones que lo componen hubiesen sido escritas a cuchillo, con rabia, con ternura, con la puntería de quien ya no tiene nada que demostrar, pero aún lo quiere cantar todo.

Hace tiempo que Fito dejó de ser “el chico del sombrero” para convertirse en algo más profundo, más sólido. Un testigo del alma humana que no presume, pero tampoco se esconde. Y eso, en un mundo que vive de la pose, es más punk que mil greñas juntas. Con este nuevo álbum, el rock recupera ese sonido cálido y crudo que parecía desterrado por las modas pasajeras y los algoritmos sin corazón.

“El monte de los aullidos” es eso que queda cuando se apagan los focos.

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Origen: Fito & Fitipaldis desvelan cuáles son las canciones de su nuevo disco, ‘El monte de los aullidos’

Lo salvaje también puede ser bello

Grabado en Estudio Uno y mezclado en Riff Raff, este trabajo reúne diez canciones donde el dolor y la alegría bailan un swing improbable. Vuelve a sonar esa banda que ya es familia: la guitarra de Carlos Raya como bisturí emocional, el ritmo de Coki Giménez que no perdona ni un latido, el bajo de Boli Climent que arrastra las entrañas, y el saxo de Javi Alzola que se cuela por las rendijas del alma. Y en el centro, claro, Fito, con esa voz que no grita, pero te sacude.

Hay una pieza instrumental, sí. Y no, no es una rareza caprichosa. Es un descanso. Una pausa para mirar el monte desde arriba y respirar antes de que vuelvan los aullidos. Porque aquí se viene a eso: a escuchar la verdad entre riffs, a mirar de frente la belleza cuando también sangra.

“No hay canción sin herida ni verdad que no arañe”

Entre cuervos, espantos y malditas suertes

La primera cara del vinilo (sí, ojalá lo escuches en vinilo) arranca con “Los cuervos se lo pasan bien”, un título que suena a brindis oscuro, a brindis de madrugada entre colegas que no se rinden. Luego llega la canción que da nombre al disco, “El monte de los aullidos”, donde se desata la tormenta. Sigue “Volverá el espanto”, como quien dice: “el pasado no está muerto, solo dormido”, y luego “Como un ataúd”, que suena a blues con las venas abiertas.

Pero la joya escondida es “A contraluz”, una especie de declaración de amor torcido, como esas cartas que uno escribe y nunca envía.

La segunda cara no se queda atrás. Ahí aparece “La noche más perfecta”, que no es otra cosa que una forma elegante de hablar de la soledad acompañada. “Marea imparable” y “Una maldita suerte” funcionan como hermanas siamesas: una te sube, la otra te deja caer. “Mentira y verdad” es puro Fito: pocas palabras, pero con filo. Y el cierre con “Ardi”, una palabra sola que lo dice todo, sin explicar nada.

No hay gira sin aullido

Y claro, este disco no iba a quedarse quieto. El Aullidos Tour ya ha vendido más de 300.000 entradas en solo un mes. Esto no es un dato. Es una necesidad. Porque la gente no compra una entrada para ver a Fito. La compra para sentirse viva durante dos horas. Para saltar cuando suena “Soldadito marinero” y luego quedarse en silencio cuando arranca una nueva letra que nadie se sabe aún, pero todos entienden.

Las fechas son muchas, los lugares míticos. Desde el Palacio de Deportes de Santander, pasando por Madrid, Bilbao, Barcelona, hasta llegar a plazas tan insólitas como Ponferrada o Ciudad Real. Cada ciudad será un monte. Cada estadio, un eco. Puedes ver el calendario completo de conciertos y comprar entradas en fitoyfitipaldis.com o a través de Live Nation.

“La vida no siempre aúlla, pero cuando lo hace, más vale escucharla”

La verdad está en la voz que no grita

Uno escucha este disco y se da cuenta de que hay artistas que no envejecen, sino que se destilan. Que cada álbum no es una reinvención, sino una versión más nítida de sí mismos. Fito no cambia para gustar. Cambia porque sigue vivo. Y cantar, en su caso, es simplemente una forma de seguir latiendo.

En un panorama donde todo suena igual, donde las voces parecen salidas de una app y los discos parecen diseñados por comités de marketing, El monte de los aullidos es un susurro rugido. Es esa certeza incómoda de que hay algo que no se puede fingir: la emoción. Y eso, por suerte, no se puede autotunear.

“Los caminos de la música no siempre llevan al éxito, pero sí a la verdad” (frase popular entre músicos de bar)

“El monte de los aullidos” no solo es un disco, es una advertencia emocional

El futuro del rock suena a pasado que no ha muerto

¿Y ahora qué? ¿Qué pasa después de escuchar el disco entero con una copa en la mano y la mirada perdida en el techo? ¿Qué queda cuando apagan las luces del estadio y solo suenan los pasos de la gente volviendo a casa?

Lo que queda es la certeza de que el rock sigue vivo. Pero no porque lo diga una nota de prensa, sino porque hay discos como este que te recuerdan por qué te enamoraste de él en primer lugar. Porque hay artistas que, como Fito, no necesitan reinventarse. Solo necesitan cantar.

Y entonces uno se pregunta: ¿quién está aullando, en realidad? ¿El monte… o nosotros?

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JOHNNY ZURI

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